SEMANA VOCACIONAL
La vocación es una llamada de Dios, lo que Él ha soñado para cada uno de nosotros, y se hace estéril si queda sin respuesta por nuestra parte: “Dios espera de cada uno de nosotros que le demos el amor de todo nuestro corazón”. cada uno de nosotros tiene una misión en la tierra y debemos esforzarnos en buscar cómo puede Dios servirse de nosotros para difundir su Evangelio. Estamos en este Mundo para trabajar en la llegada del Reino de Dios en nosotros mismos y en los demás”
La fecundidad de la propuesta vocacional, en efecto, depende primariamente de la acción gratuita de Dios, pero, como confirma la experiencia pastoral, está favorecida también por la cualidad y la riqueza del testimonio personal y comunitario de cuantos han respondido ya a la llamada del Señor en la vida consagrada, puesto que su testimonio puede suscitar en otros el deseo de corresponder con generosidad a la llamada de Cristo.
Orar por las vocaciones no es un asunto más en la Iglesia. Si el futuro de la humanidad pasa por las familias y las vocaciones, lo mismo podemos decir de la Iglesia: el futuro de la Iglesia pasa por la familia y las vocaciones. Por lo tanto, estamos ante un asunto de familia que exige nuestra atención, nuestra reflexión y, por supuesto, orar, orar con la mente y el corazón.
Dentro del plan de Dios, que conduce todas las cosas y especialmente al hombre de modo libre hacia el fin, hay distintos llamados o vocaciones. “La palabra vocación cualifica muy bien las relaciones de Dios con cada ser humano en la libertad del amor, porque «cada vida es vocación»”.
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